Fr. Frank Pavone
National Director, Priests for Life
Hace poco mantuve una conversación con una señora llamada Laura, voluntaria en el correo de Priests for Life. Me contó una historia muy interesante sobre su hijo, Salvatore, que nació en 1973 el año en que Roe vs. Wade legalizó el aborto. Después de haber dado a luz, mientras estaba en el hospital recuperándose de la cesárea, le impactó el hecho que aunque la maternidad estaba llena de mujeres, no había ningún otro recién nacido aparte del suyo. De hecho, su niñito estaba solo en un cuarto lleno de incubadoras vacías. Era un sitio extraño y hasta aterrador. Una mañana los gritos y gemidos que provenían del corredor despertaron a Laura. Pensando que se trataba simplemente de los dolores de parto de otras mujeres que daban a luz, le preguntó a la enfermera por que no había alguien que las ayudara. La enfermera respondió con gran naturalidad: "h, no están en trabajo de parto, están abortando. No pensaron que dolería." Resultó ser que el hospital en el que estaba Laura se especializaba en practicar abortos y como consecuencia de la decisión de la Corte Suprema en 1973 era un negocio floreciente. La imagen de esa maternidad fantasmagórica, vacía con un único niño solitario, vacía de los alegres sonidos del llanto de los neonatos, solamente con el llanto desconsolado de madres que habían abortado resonando en los corredores vacíos, me recordó una vez más lo vacío que está nuestro mundo por todos los abortos que han ocurrido desde la legalización de esta atrocidad, la más horrible de todas. No se equivoquen, es la más horrible de todas las atrocidades. A veces la gente en nuestra propia Iglesia trata de banalizar el aborto incluyéndolo junto con otros males en el mundo, comparándolo con la pobreza, la enfermedad, la guerra, etc. Pero como lo demuestran claramente los números, no hay punto de comparación. Desde 1973 solamente en los EE.UU. ha habido 50 millones de abortos. En todo el mundo hay 42 millones de abortos al año. ¡Eso significa que en los últimos treinta años ha habido más de 1.500 millones de abortos!
¡1.500 millones! ¡Eso equivale aproximadamente a un cuarto del total de la población del planeta! Un cuarto de la población de la tierra asesinada, muerta, desaparecida.
Hay un poema famoso en inglés sobre Jesús que concluye con estas frases memorables.
"Todos los ejércitos que han marchado,
todas las armadas que han navegado,
todos los reyes que han reinado, puestos juntos,
no han afectado la vida del hombre en esta tierra tan poderosamente
como esa única Vida Solitaria."
Lamentablemente, podemos decir del aborto:
Todas las guerras que jamás se hayan peleado,
todos los holocaustos perpetrados,
todas las plagas que asolaron la tierra,
todas las bombas arrojadas,
todas las hambrunas que arrasaron la tierra, puestas juntas, no han podido matar el número de seres humanos eliminados por el aborto. Y sin embargo, la esperanza permanece, porque la gracia de Dios abunda, aún en medio de tamaña devastación. Y ¿qué pasó con el bebé de Laura? Como ella misma me lo dijo con orgullo, su hijo, el padre Sal, ¡acaba de celebrar el primer aniversario de su ordenación sacerdotal en la Iglesia Católica!
Esta columna se puede encontrar en la página de Internet www.priestsforlife.org/spanish/09-06-29span.htm
miércoles, 1 de julio de 2009
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