miércoles, 18 de noviembre de 2009

Defensa de la vida: La Iglesia no puede proclamar una ética de mínimos


Habla monseñor Ladaria, secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe

ROMA, miércoles 11 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Durante una conferencia ofrecida a un grupo de estudiantes, el secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe monseñor Luis F. Ladaria, habló del tema de la dignidad humana y de los nuevos planteamientos presentados en la institución Dignitatis personae, publicada el 12 de diciembre de 2008 por dicho dicasterio.

El encuentro académico se realizó con un grupo de estudiantes, la mayoría procedentes de países de habla inglesa, en The lay centre at foyer of unitas, un centro de estudio, reflexión e intercambio interreligioso, ubicado en el monasterio de los Santos Juan y Pablo, muy cerca del Foro Romano.

Este centro pretende ofrecer un espacio de crecimiento intelectual y espiritual para estudiantes universitarios que residen en la Ciudad Eterna.

Monseñor Ladaria habló sobre la Dignitatis Personae, luego de que el Papa Benedicto XVI le obsequiara un ejemplar al presidente de los Estados Unidos Barack Obama durante la audiencia concedida el pasado 10 de julio en el Vaticano.

Recordó el prelado que dicho documento se refiere al tema de la defensa de la vida, haciendo énfasis en la etapa prenatal y en los nuevos desafíos ante temas como la manipulación genética, la inseminación artificial, la clonación y la fertilización in vitro.

Insistió que la dignidad humana “no se concede” por instituciones terrenas, sino que “se reconoce como un dato previo”, e indicó que la grandeza de esta dignidad alcanza su máximo culmen en la persona de Jesucristo “porque Dios se ha hecho hombre. Esta es la mayor dignidad posible que nosotros podamos pensar”.

Embrión

El prelado recordó que científicamente está comprobado que desde el momento de la concepción hay vida humana y por lo tanto, el nuevo ser posee ya un alma y un espíritu.“Si es un humano, es siempre una persona. No existe en él nada en abstracto”.

Recordó que desde que comienza a existir el cigoto no hay un cambio en su naturaleza: “posee una plena cualificación antropológica, hay una continuidad, no hay saltos que lleven consigo mutaciones sustanciales, el cuerpo embrional se desarrolla. Se ve la razón decisiva para aceptar la misma dignidad de la persona”.

¿Por qué los cristianos dan tanta importancia a este concepto de persona? Se preguntó el prelado durante su conferencia. “El hombre y la mujer han sido creados a imagen y semejanza de Dios. El concepto de persona es fundamental para las aproximaciones al misterio de la trinidad y la encarnación. El hombre es persona, Cristo es persona en su relación con el Padre, es Hijo”.

Indicó que este tipo de argumentos es ignorado cuando se promueven ideologías que van en contra de la vida. En ese momento el hombre “es considerado un número”, señaló monseñor Ladaria.

“En el campo de concentración querían eliminar la dignidad humana, daban un número. Este es un modo de ofender a la persona, de reducirla. La dignidad está en relación con las características únicas e irrepetibles”.

¿Es la Iglesia una institución que se opone arbitrariamente a cualquier avance científico? Monseñor Ladaria respondió a esta pregunta asegurando que la Iglesia cuestiona la posibilidad de la nueva tecnología que puede desligar el inicio de la vida humana de modo natural y de la unión conyugal.

“Sólo en el ámbito del matrimonio y de la familia se debe encontrar el origen de la vida humana. Una procreación debe ser el fruto del matrimonio”, afirmó monseñor Ladaria.

Señaló que el hombre debe siempre tener presente su vocación de co creador: “La procreación es una cooperación especial. Sólo en el amor humano, que es reflejo del amor divino, en la donación mutua, se encuentra el contexto para la cooperación del amor de Dios creador. Es un compromiso personal total”, por ello indicó que resulta “éticamente inaceptable la disociación de la procreación con el contexto del acto conyugal”.

Y dijo que la clave está en ver la vida como un fin en su mismo y no como un medio para satisfacer los deseos, necesidades o derechos de quienes quieren ser padres.

Señaló que el objetivo de la Iglesia está en defender a los más indefensos y recordó las palabras del Papa Benedicto XVI el pasado 8 de enero cuando ante los embajadores ante la Santa Sede, les dijo que los más pobres son “los niños no nacidos” y por ello, las prácticas que van en su contra consisten en una “grave discriminación”.

“Hay una ley natural que el hombre puede conocer también en la ley humana, la moral humana. Se trata de crear puentes con otros grupos religiosos. Muchos están en contra del aborto. Esto no puede ser objeto de votaciones”.

Monseñor Ladaria concluyó su ponencia recordando: “La Iglesia propone su doctrina, no propone una moral de mínimos sino de máximos. Presenta un ideal al cual cada creyente debe aspirar. Porque hay un principio fundamental: cada cristiano está llamado a la santidad según su estado de vida”.

Aclaró que existe la fragilidad humana pero señaló: “no porque las reglas no se apliquen sino porque los hombres somos frágiles. Por ello la Iglesia nos ofrece el sacramento de la penitencia pero no hacemos un cristianismo de mínimos. La santidad es nuestro deseo y nuestra vocación”.

[Por Carmen Elena Villa]


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