martes, 19 de agosto de 2008

Los sacerdotes deben ser intrépidos servidores del Evangelio

La Plata (Buenos Aires), 19Ago. 08 (AICA)
Mons. Aguer en el Seminario San José de La Plata
El miércoles 13 de agosto, en el seminario mayor San José, de La Plata, se celebró la tradicional fiesta anual del exalumno, honrando en la liturgia al patrono de los párrocos, San Juan María Vianney o Cura de Ars como más frecuentemente se lo identifica. La misa fue presidida por el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, y concelebrada por el obispo auxiliar, Monseñor Antonio Marino, así como por el rector y profesores de esa casa de formación sacerdotal, y sacerdotes del clero arquidiocesano. La celebración eucarística, de la que participaron los seminaristas, contó también con la presencia de quienes cumplen sus bodas de diamante, de oro o de plata sacerdotales. Monseñor Aguer centró su homilía en la persona del sacerdote como “discípulo y apóstol” de Cristo, estimulando a reavivar tan sublime vocación. “El sacerdocio católico puede comprenderse a sí mismo únicamente desde la fe; él es para sí mismo objeto de fe y tanto mejor perciba su propia identidad cuanto más viva, fervorosa e iluminada sea su fe”, subrayó. El prelado platense sostuvo que “sólo será genuina, aquilatada, inquebrantable su fidelidad si él es íntegramente un hombre de fe”, y aseguró que “en este requisito, en la prioridad de la fe, se basa la doble propiedad del sacerdote en cuanto discípulo y apóstol del Señor”. “La fe del sacerdote, discípulo y apóstol, conserva su vigor y lozanía, crece en pureza, ardor y luminosidad si es alimentada con la oración constante, a pesar del ritmo frenético de vida que hoy se nos impone y de las ocupaciones que pueden ser cada vez más absorbentes”, reconoció. Finalmente, monseñor Aguer expresó su deseo de que los sacerdotes puedan ser “siempre y cada vez más discípulos fieles, hombres de fe, hombres de Dios, apóstoles intrépidos e incansables servidores del Evangelio, de la cruz y de la caridad que salva al mundo”. Tras la Eucaristía, se llevó a cabo el almuerzo donde representantes de los que cumplen bodas sacerdotales hicieron una reflexión. Por los de diamante lo hizo monseñor Roberto Bescós, por los de Oro monseñor Cristóbal Colacilli, y por los de Plata, monseñor Dante Bernacki. Todos coincidieron en su profunda gratitud a Dios, al Seminario que los formó, y en alentar a los seminaristas que están próximos a subirse al altar.+Texto completo de la homilía

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