Rosario (Santa Fe), 8
Ago. 08 (AICA)
En medio de una multitudinaria manifestación de fe por el Día de San Cayetano, el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, celebró la misa central, después de la tradicional marcha y procesión a lo largo de varias cuadras por las calles que van desde la iglesia del patrono del trabajo hasta la Plaza Libertad. Las misas se celebraron desde las 5 de la mañana cada hora, hasta la medianoche. En la homilía, el prelado recordó que el trabajo es un bien y como tal debe traducirse hoy “en un llamado a elaborar nuevos caminos contra la pobreza y renovadas fuentes de trabajo, siendo concientes de que también es necesario incrementar la disponibilidad de los alimentos, y de otros bienes, valorizando las necesidades de los más pequeños, de los más necesitados, garantizándoles que puedan acceder a ellos”. “Este derecho a que todos cuenten con los alimentos fundamentales, va unido al de defender la vida humana, cimiento de los derechos humanos. Hablamos sobre todo de la vida, como un don de Dios; de la defensa de la vida en el seno materno, porque el niño no nacido nunca es un injusto agresor; así como también de su tutela en la ancianidad. Hoy sentimos la urgente necesidad de pedir por la vida y la seguridad en las calles, para los que caminamos, para los que conducen y para los que van en taxi, para los que trabajan en un negocio, o simplemente están en sus hogares”, subrayó. Como ocurre cada 7 de agosto, la zona del templo se vio inundada de fieles, que acompañaban la imagen de San Cayetano, tanto a lo largo de la fila de hombres y mujeres que esperaban varias horas para ingresar en el templo, como los que aguardaban la salida de la imagen para acompañarla hasta el altar ubicado en la plaza, en la que participaban miles de peregrinos. Los Scouts, la Legión de María, los Jóvenes, la Guardia de San Cayetano, la Guardia Urbana Municipal (GUM), el Control Urbano y la Dirección de Tránsito se unieron en la organización de la marcha y en la procesión, así como en el ingreso, en la salida e interior de la iglesia. También los seminaristas de la arquidiócesis acompañaron la liturgia y colaboraron a lo largo de las celebraciones, juntamente con un gran número de voluntarios. Varios guías animaron la espera y la misa, así como el coro de San Cayetano. Al final de la Eucaristía se entonó el Himno Nacional Argentino.+
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