El cardenal Cañizares defiende la vida en la homilía del Domingo de Ramos
TOLEDO, lunes 6 de abril de 2009 (ZENIT.org).- El cardenal Antonio Cañizares, administrador apostólico de Toledo y prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, afirmó que el aborto no es una cuestión política, sino de verdadera humanidad, en la homilía que pronunció este Domingo de Ramos en la Misa en la catedral de Toledo.
"No puede haber una ampliación de ley del aborto: va en contra del hombre y va en contra de los designios de Dios, va en contra de la Cruz de Cristo, donde está la verdad de Dios y la verdad del hombre, del hombre amado hasta el extremo, del hombre que merece todo ese amor infinito que paga la sangre por todo hombre; no podemos resignarnos a esto", afirmó.
"No es una cuestión de partido -¡bien sabe Dios que no hago una cuestión política!- pero sí digo ante la Cruz de Cristo que no podemos volver a rechazar a Cristo donde está todo el amor, toda la verdad y la grandeza del hombre, que debe ser respetado, querido y amado", añadió.
Tras presidir la procesión de Ramos, el cardenal animó a aclamar a Jesús "generando con Él y desde Él, una corriente de paz, de reconciliación, de perdón, de solidaridad, de fraternidad universal, de amor, de servicio, una nueva civilización del amor que nace de Él, de afirmación de la vida del hombre siempre y en todo momento, de apuesta por la dignidad inviolable de todo ser humano que tanto es amado por Dios, hasta la cruz".
El cardenal instó a unirse a Jesús "frente a la violencia, frente a la destrucción del hombre aún no nacido, frente al terrorismo, el odio, las luchas, los enfrentamientos y las divisiones entre los hombres".
"Abramos una corriente llena de ímpetu y fortaleza que haga del amor a Dios y al prójimo la suprema norma de la vida individual y social, frente a esa corriente ciega de agresión, de falta de respeto al hombre, de violación de la dignidad humana, de eliminación de la vida del hombre incluso del inocente y del no nacido", señaló.
También tuvo un recuerdo para los miles de jóvenes que se encontraban en ese mismo momento en la Plaza de San Pedro del Vaticano con el Papa, de quien recibieron la Cruz que presidirá la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en 2011 en Madrid.
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