Muchos podrían preguntarse...¿qué tiene que ver Semana Santa con el aborto? Y debemos responder que tiene mucho que ver...porque en Semana Santa recordamos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Ese misterio de Amor de un Dios que se hizo Hombre por nosotros, por nuestra Salvación.
El misterio de la Pasión redentora de Cristo no puede separse del misterio de dolor de nosotros los hombres. Y hoy en día asistimos a un dolor escondido, tapado mejor dicho: ese dolor de los niños por nacer que son cruelmente asesinados, inescrupulosamente destrozados, sin piedad, como animales, o peor que ellos, son triturados...y ese grito silencioso de dolor ¿quién lo escucha? ¿Cómo nos hemos vuelto tan sordos? ¿Cómo nos hemos vuelto tan insensibles ante nuestros hermanos inocentes de cualquier culpa que están siendo asesinados sin siquiera poder defenderse?
Como Cristo, mueren "como ovejas llevadas al matadero", son los nuevos mártires de este siglo, y aunque nosotros los olvidásemos, Dios no los olvida, "¡la sangre de tu hermano clama al Cielo!", la sangre de estos niños inocentes a quienes no se les permite nacer, clama al Cielo ¡JUSTICIA!.
¡Ay de aquellos que promueven la Cultura de la Muerte!
¡Ay de aquellos que sin piedad asesinan a los niños inocentes en el seno de sus madres!
¡Ay de aquellas mujeres que no se arrepienten de semejante crimen y lo fomentan!
¡Ay de nosotros si no defendemos con firmeza la Vida Naciente y la Vida inocente!
Porque un día daremos cuenta de todo, de cada acto, de cada palabra, de cada pensamiento...
Hoy, Sábado Santo, mientras esperamos la Resurrección de Nuestro Rey, elevemos al Cielo también nuestra voz, y unamos nuestro dolor y el de nuestros hermanos sufrientes al dolor de Cristo Crucificado, que nos mira desde lo alto de la Cruz y que nos exige una respuesta...
Debemos anunciar al mundo el Misterio de la Cruz...de Nuestro Rey Crucificado, que volverá como sabemos, triunfante y lleno de Gloria "para juzgar a vivos y muertos"...
En la espera de su venida, lucharemos cual soldados, sabedores que es nuestro deber no claudicar en la lucha, porque no seremos interrogados por nuestras victorias, sino por nuestras cicatrices.
GRUPO PRO VIDA CECILIA PERRÍN
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