viernes, 24 de abril de 2009

LAS NACIONES SE OPONEN A UNA ORGANIZACIÓN MUNDIAL PARA POLÍTICAS DE GÉNERO QUE INSUME MILLONES DE DÓLARES













Por Susan Yoshihara

(NUEVA YORK – C-FAM) Las naciones se echaron atrás durante una reunión en la sede de las Naciones Unidas, cuando el personal de la ONU exigió a los gobiernos que aprobaran un nuevo e inmenso organismo sobre políticas de género, casi sin proporcionar detalles acerca de su presupuesto, de la dotación de personal o de su mandato. La Secretaría de la ONU instó a la asamblea que las naciones eligieran uno de los cuatro modelos propuestos para la crear una “entidad de género”. Se estima que este nuevo ente contará con un presupuesto anual mínimo de mil millones de dólares, que incluyen fondos involuntarios provistos por los Estados Unidos y otros grandes donantes de la ONU. Además, se le dará rienda suelta a para fijar la agenda “de género” de la ONU y se le otorgarán amplias facultades para hacer responsables de su implementación a los organismos de las Naciones Unidas y a los Estados Miembro.

La Consejera del Secretario General de la ONU en asuntos de género, la keniana Rachel N. Mayanja, resistió todo pedido de brindar a la Secretaría de la ONU datos específicos, lo cual suscitó fuertes objeciones por parte de diversas delegaciones nacionales. Un representante de Singapur reclamó que las naciones soberanas estaban siendo presionadas para tomar una decisión, y que, a la vez, se les negaba el acceso a un presupuesto estimativo o al menos a un esbozo del nuevo organismo. El delegado destacó que se había garantizado a las naciones que la nueva entidad ahorraría recursos, pero el modelo favorecido por la Secretaría demandaría una suma significativamente mayor a la del statu quo, según lo acababa de admitir una representante del Fondo para el Desarrollo de las Mujeres.

Mayanja hizo hincapié en que se pondría a disposición el detalle solicitado, pero sólo después que las naciones hubieran elegido una de las cuatro opciones. Éstas incluían: mantener el statu quo dividiendo a los “asuntos” de género entre varios organismos de la ONU, establecer un fondo o un programa, inaugurar un departamento dentro de la Secretaría o crear un fondo/departamento “compuesto”.

A pesar de la aparente ofuscación inicial, los documentos proporcionados por la Secretaría de la ONU revelan la arrolladora victoria de la opción “compuesta”, respaldada por el Secretario General, Ban Ki-moon. Ésta prevé una “presencia mundial” en alrededor de 150 países, con una Subsecretaria General a la cabeza, quien tiene la potestad de nombrar a todos los “empleados, consultores y expertos” que ella elija, fijar la agenda de “normativas y políticas” y “hacer responsables” a los demás organismos de la ONU, como, por ejemplo, UNICEF, de promover sus actividades vinculándola con sus operaciones de campo.

Según un informe del Secretario General con fecha del 5 de marzo, el mandato específico se centraría en el “apoyo” para “captar la atención de las naciones” respecto de los temas “que están surgiendo, que son poco reconocidos y que cuentan con escasos recursos”, y “aumentaría al máximo la contribución de la sociedad civil” tanto en las Naciones Unidas como a nivel nacional. Los críticos temen que esto dé más poder a los activistas de las ONG que hacen uso de la ONU para evadir los procesos democráticos de sus países de origen y así promover políticas sociales muy controvertidas.

Entre quienes favorecen junto con el Secretario General la opción “compuesta”, se encuentra la Unión Europea, cuyo representante exigió el apoyo inmediato a dicha propuesta, y una serie de poderosas ONG feministas nucleadas bajo el nombre genérico de Reforma de la Arquitectura de la Igualdad de Género (en inglés, GEAR).

En una entrevista reciente, Charlotte Bunch, miembro de la GEAR, insinuó que se su ONG fue consultada en reiteradas oportunidades acerca de cuál sería una opción “aceptable” para la entidad, y que hace mucho tiempo que ésta propone un modelo compuesto. Explicó, además, que dicho modelo es el único que le permite a un organismo obtener fondos involuntarios de los Estados Unidos y de otros donantes hasta por un mínimo de mil millones de dólares anuales, a la vez que propicia la presencia masiva en el ambiente, para promover las “funciones políticas y normativas” de la nueva entidad.

Traducción: Luciana María Palazzo

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